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Valencia o la Grecia española: el rescate que nos ocultan

El Instituto de Crédito Oficial (ICO) ha salido al rescate de la Comunidad Valenciana con la concesión, in extremis, de un préstamo de 820 millones de euros. Estas son las consecuencias de la megalomanía enfermiza que rigió esta región durante los últimos años.

Mientras el Gobierno se empeña en ocultarlo, la región que puede presumir de disfrutar del único aeropuerto peatonal del mundo, está siendo sostenida por el Estado. Este último préstamo se une a otras medidas encaminadas a evitar que la Comunidad que preside Alberto Fabra no caiga en default , es decir, en la quiebra más absoluta.

El adelanto de las transferencias del Estado a finales del año pasado evitó la catástrofe, pero es tal el endeudamiento de la Comunidad Valenciana que no ha transcurrido ni un mes desde aquel “rescate encubierto” que se ha hecho necesaria una nueva intervención del Gobierno del Estado para evitar lo peor.

Es evidente que el Gobierno de España no puede permitir que ninguna Comunidad Autónoma caiga, incapaz de cumplir sus compromisos de pago. El daño que esto provocaría, en términos de economía real cómo de imagen internacional, sería imponderable. Está más que justificada la ayuda que el gobierno está prestando a esta comunidad, lo que sorprenda es la poca difusión de las medidas de sostenimiento de Valencia, ¿actuarían igual si la comunidad Autónoma a salvar estuviese gobernada por el PSOE? Y sobre todo, ¿por qué no se deciden a una intervención más directa sobre la gestión que lleva a cabo Fabra?

Nadie en su sano juicio negaría ayuda a una Comunidad Autónoma en apuros. De no hacerlo, el dominó nos terminaría por aplastar a todos. Pero es justo llamar al pan, pan y al vino, vino, reconocer los excesos que se cometieron en la gestión del gobierno valenciano, depurar responsabilidades y condicionar las ayudas a unos compromisos reales de eficiencia y moderación del gasto.

El lío fiscal del PP

17/01/2012 2 comentarios

En los mentideros políticos y mediáticos, en especial lo más cercanos al Gobierno, se dice que no todos los ministros están igual de cómodos ante la decisión de subida del IRPF. No porque estén en contra de aumentar la presión fiscal – la cual sabían, o debían saber, que era inevitable desde hace mucho tiempo –, solo que los más liberales consideran que el impuesto que había que haber instrumentalizado era el IVA. Igual ocurre con el céntimo sanitario o la subida de las tasas municipales.  Unos que sí y otros que no.

Incapaces de ponerse de acuerdo, el PP anda aún discutiendo sobre qué hacer para sacar a España de la crisis. La política fiscal es un ejemplo de este desorden, pero también la incapacidad de Rajoy – Soraya para imponer sus tesis a los Presidentes de Comunidades Autónomas de su mismo partido.

La derecha ha vendido como un éxito el secreto que envolvía la elección de los ministros. ¿Pero realmente es un éxito mantener oculto lo que debería conocerse con antelación a los comicios? En los  países anglosajones, sobre todo en el Reino Unido, son conocidos los llamados Her Majesty’s most loyal Opposition o shadow cabinet, equipos gubernamentales en la oposición dispuestos a sustituir al gobierno en cuestión de horas.

La falta de un criterio común sobre las medidas fiscales y la incapacidad de armonizar las políticas autonómicas en las comunidades en las que gobierna el PP, hace sospechar que tanto secreto, tanto silencio, se debe no sólo a una hábil campaña publicitaria, sino que también a la falta de un único mensaje. O dicho de otra manera: no hablan por miedo a tener que desdecirse tiempo después. Y temen desdecirse porque nunca tuvieron claro que hacer una vez estuviesen en el gobierno.

Dime de qué presumes y te diré de qué careces

Dijo Rajoy en la Convención del PP andaluz:

<<el Gobierno que presido sabe lo que hay que hacer>>.

En este discurso se ha instalado todo el PP, y andan por las televisiones, las radios y los periódicos, presumiendo de saber lo que hay que hacer y estar dispuestos a hacerlo.

Por una vez nos lo podrían explicar. 

Reforma Laboral

Rajoy, cual monarca absoluto,  dio un ultimátum a los agentes sociales, poniendo hora y fecha para un acuerdo. Bien, la hora y la fecha han expirado; le toca mover ficha.

¿Cuál será la propuesta salomónica que tiene preparada el gobierno?

¿Estarán los sindicatos a la altura de dar la respuesta que merece una reforma que pretende precarizar el mercado laboral y diluir el principio de negociación colectiva?

¿Y los ciudadanos, sabremos lo que nos conviene y estaremos, también, a la altura?

15 DE ENERO

¿Y si toda esta indignación confluye con el malestar de una reforma laboral que pretende socavar los derechos más elementales de los trabajadores? Los sindicatos se encuentran en una encrucijada donde se juegan la credibilidad.

Hacia el segundo incumplimiento electoral

Durante la campaña electoral, Rajoy y el resto del PP defendieron la conveniencia de bajar los impuestos. La razón era sencilla: menos impuestos, más dinero en manos de los ciudadanos, ergo más consumo y mejora de la economía gracias al aumento de la demanda interna del país. Quedaba por resolver cómo el gobierno podría sanear sus cuentas si, endeudado como está, baja sus ingresos. No hay problema, para eso está la llamada curva de Laffer, o lo que es lo mismo, la conjetura de que una bajada de impuestos eleva los ingresos porque se produce menor fraude fiscal.

La realidad, tozuda, se le impone, y nada más sentarse a presidir el Consejo de Ministros, Rajoy – Soraya, deciden subir el IRPF. Y es que una cosa es predicar y otra dar pan. Es evidente que lo sabían antes de ganar las elecciones y mintieron para evitar una pérdida de votos. Lo contrario, es decir, que la subida de impuestos fue improvisada tras la toma de posesión y el acceso a las cuentas públicas, es más preocupante, pues supone que el gobierno no tiene ni idea de hacia dónde se dirige y cuáles son las medidas que el país necesita.

Soy de quienes creen que Rajoy y el PP mintieron sobre los impuestos. ¿En qué otras cosas engañaron a la opinión pública? Apuesto que en la creación del Banco Malo. Es decir, que los activos inmobiliarios devaluados por la crisis nos los comamos todos los ciudadanos. Puede que la forma no sea exactamente la que los medios de comunicación han estado aireando, y se busque un instrumento más sutil, como el Fondo de Garantía de Depósitos, para adquirir el suelo y sanear así los balances de las entidades financieras.

La alternativa – que parece no incomodar al ministro de economía –, sería elevar hasta en un 50% las provisiones de los bancos en relación a los préstamos con garantía inmobiliaria. Para simplificar la explicación: obligar a los bancos a reconocer sus pérdidas, aún maquilladas por una valoración al alza de sus activos inmobiliarios. Esta decisión supondría la bajada espectacular de los beneficios de los bancos y más de una quiebra – salvo que encuentren marido a entidades en peor situación –, razón por la que creo que no terminará de implementarse medidas de esta naturaleza. El gobierno se inclinará hacia la búsqueda de un instrumento que, evitando llamarlo Banco Malo, cumpla la misma función que esté: absorber los activos tóxicos.

Sé que me estoy lanzando al ruedo con esta predicción, difícil de precisar en el tiempo por la proximidad de las elecciones en Andalucía, pero estoy convencido que los expertos de marketing y social media del gobierno ya están pensando en cómo vendernos a los ciudadanos esta decisión. 

Algunas de las causas del déficit público

Aeropuerto peatonal de Castellón = 150 millones de euros.

Estatua en honor al señor Fabra = 300.000 euros.

Publicidad del aeropuerto sin aviones = 30 millones de euros.

Halcones para proteger las pistas que nadie usa = 500.000 euros /año.

Salario por dirigir un aeropuerto sin aviones = 84.000 euros /año.

Maqueta de las torres que no se construyeron en la Ciudad de las Artes  = 15 millones de euros.

Circuito Urbano para la Fórmula 1 =100 millones de euros.

Precio por que se dispute la Fórmula 1 en Valencia = 30 millones de euros.

 ¿Cuándo Rajoy será capaz de ver la viga en su ojo y dejar de señalar la paja del ajeno?

Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo

En la entrevista que concedió a la Agencia Efe, Rajoy aseguró  que no le gustaba nada tomar la decisión de subir los impuestos. Solo faltaría que encima le dé gustillo al hombre. ¿Alguien se imagina a un Presidente de Gobierno reconociendo que le gusta subir los impuestos? ¿Qué siente un especial y casi erótico placer en aumentar la presión fiscal?

Esta medida, por impopular y dañina a las clases medias, no gusta a nadie. Lo que el PP intenta ocultar es que la subida de impuestos era inevitable y estaba en su agenda política, a pesar de haber afirmado lo contrario durante la campaña electoral.

Quiere el PP y la derecha mediática hacer responsable al anterior gobierno culpando al déficit público de la decisión. Pero este déficit se ha generado, sobre todo, en las Comunidades Autónomas, y muy especialmente en Comunidades como Valencia, gobernada por el PP desde 1995, y donde la megalomanía y el derroche se ha convertido en práctica habitual de la política.

Cabría algo de credibilidad al PP si hubiese logrado arrancar de sus propios barones autonómicos, la revisión a priori de sus presupuestos. Sin embargo, y aunque esta fiscalización preventiva era el objetivo del gobierno, todo se ha quedado en una declaración de intenciones que llevará aparejada sanciones económicas a quienes no hagan sus deberes.  Un sistema parecido al que tiene la Unión Europea y que, como se está demostrando, es claramente insuficiente. 

¿Conservadores o Liberales?

12/01/2012 2 comentarios

Uno de los rasgos más sorprendentes de nuestro panorama político es la inexistencia de formaciones verdes y liberales con peso en las instituciones que nos representan a todos. No ocurre así en la mayor parte de los países de nuestro entorno, donde junto a los socialdemócratas y conservadores, se alzan vías intermedias que moderan las posiciones radicales y sirven de puente para alcanzar acuerdos.

En España, el bipartidismo a querido monopolizarlo todo, dar misa y replicar campanas al mismo tiempo, lo que nos ha llevado a contemplar singulares ejercicios de travestismo político e ideológico.

El PSOE tiene una parte de culpa que no seré yo quien minimice, pero sin duda, ha sido el PP quien mejor ha sabido elegir el disfraz según las circunstancias. El partido que lidera Rajoy – Soraya es un partido conservador puro y duro, pero que ha sabido mejor que nadie en Europa, vestir la túnica liberal.

La derecha española, conservadora y estatalista, vertebrada entorno al PP, ha maquillado su imagen de cara a las diferentes campañas electorales, pero cuando le ha tocado gobernar, olvida con rapidez las promesas y las actitudes que sostuvieron ante los votantes.

Un buen ejemplo de ello es la subida de los impuestos. Ningún pensador liberal defendería una subida en el IRPF. Antes que tocar al alza un impuesto que grava los ingresos, optarían por una subida de los impuestos especiales o el IVA, así como un recordé drástico de las ayudas y subvenciones que el Estado ofrece a otras instituciones, como las ayudas a la Iglesia, los Partidos Políticos, sindicatos, el Cine e incluso a la cooperación internacional.

Un liberal empezaría por retirar el apoyo económico a los bancos, y que estos se las apañen solos o admitan ser absorbidos por otros más grandes. Creo que lo llaman capitalismo.

El PP, por el contrario, no ha optado por ninguna de estas medidas, ha preferido subir los impuestos, subvencionar instituciones como la Iglesia y dejar que las Comunidades Autónomas recorten en Sanidad y Educación. Es decir, han abandonado la careta liberal que les cubría y empiezan a mostrar el rostro conservador que les define. 

Ganancias con la «CRISIS»

La edición digital del de 9 de enero del diario El Mundo, se hacía eco de un informe del Barclays en el que se afirma que el BCE ha obtenido una rentabilidad de 1.000 millones de euros gracias a la deuda de España.

8.000 millones de euros es la cifra de beneficios que se estima logró el Banco Santander durante el pasado ejercicio.

Los beneficios de ENDESA durante el primer semestre del año pasado (aún queda para conocer las fechas de cierre de ejercicio) alcanzaron los 1.283 millones de euros.

Y los beneficios de Telefónica, empresa que despedirá a más de 6.000 trabajadores, rondarán los 10.000 millones de euros.

Está claro que la crisis no es para todos la misma.