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Los intelectuales del Reich vuelven a la carga

Hans- Werner Sinn es a la economía lo que Dan Brown a la literatura. Su popularidad y reconocimiento público no va a la zaga de sus aportaciones económicas. En realidad, nunca ha hecho una sola aportación económica importante. Toda su carrera profesional se ha basado en el autobombo y la polémica para captar la atención mediática.

Su cuidada imagen, con barba a lo capitán Ahab – e igual de trastornado, dogmático y fanático que él personaje de Moby Dick –, le ayudó a lograr el protagonismo necesario para vender sus libros como rosquillas y ganarse un puesto entre los gurús alemanes de las finanzas. ¿Cuál era su mensaje? Uno sencillo, directo y fácil de entender: <<Dentro de unos años, nuestros hijos se verán obligados a ir al Sur de Europa a recuperar nuestro dinero>>. Un lema que pronto se convirtió en el lema de la derecha alemana e inauguró la política exterior y económica del cuarto Reich. Igual que antes se acusaba a los judíos o los gitanos de los males que sufría la Gran Alemania; ahora se busca en los países mediterráneos a los chivos expiatorios sobre los que intentar levantar un nuevo Reich de los mil años.

La cosa no pasaría de anécdota de no ser porque Hans- Werner Sinn es el economista de cabecera de Merkel y una de las figuras más populares de Alemania. Su mensaje ha calado en la sociedad germana hasta límites insospechados. Hoy en día, es difícil encontrar a un solo alemán que no crea que el mayor riesgo para Alemania sea el supuesto despilfarro de los países del sur. Países en los que, por otra parte, sus castas políticas han reaccionado demasiado tarde a la agresión continua. No olvidemos que la manera habitual de referirse a nosotros es la de PIGS, cerdos en inglés. Una expresión que da muestra de las bases ideológicas últimas que sustentan las corrientes de austeridad promulgadas por los alemanes.

Ahora que cada vez hay más voces críticas en el seno de la UE, este grupo de intelectuales del Reich económico de Alemania vuelve a la carga, esta vez para asegurar que España aún debe sufrir diez años de crisis y austeridad, como mínimo, hasta lograr una devaluación interna cercana al 30%. Pero aquí no ha de quedar la cosa, porque algunos países, como Grecia y Portugal deberán marcharse del euro. Y continúan: Francia, objetivo final del Reich, también deberá sufrir una devaluación interna del 20% en un periodo de tiempo similar. Y mientras todo esto ocurre en los países no germanos, Alemania y el resto de los arios, como Austria, deberán procurar una expansión cercana al 20%. Dicho de otro modo, se trata de situar la economía de los países no germanos en una proporción de ½ frente a la germana. Se trata de reducir nuestro PIB a la par que crece el de Alemania a fin de lograr que nuestros costes equivalgan al 50% de los costes alemanes y ellos aumentar un mínimo de un 20% su poder adquisitivo.

La cuestión importante es, pues, cuando vamos a pasar de una puñetera vez a la ofensiva y vamos a plantarnos para evitar que logren, mediante el uso de las políticas económicas aquello que no lograron con los tanques: una Europa bajo el yugo germano. Y es que esto no es una crisis; es una guerra por el control del viejo continente y la creación de una masa amplia de ciudadanos de segunda clase, sin derechos sociales, laborales ni sanitarios

  1. 04/07/2013 a las 23:21

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